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  • 30 de mayo: Santa Juana de Arco

    Obediente a la voz de Dios

    Una mujer “fuerte” que, movida por el soplo del Espíritu, obedeció la voz del Señor que la llamaba a liberar a su pueblo y a devolver la confianza en Él a los que vivían en la desolación. Laica, consagrada en la virginidad pero fuera de un claustro, Juana de Arco se vio inmersa en los conflictos más dramáticos de la Iglesia y de la sociedad de su tiempo. Murió trágicamente, condenada como hereje en un proceso farsa de intención puramente política, cuyo desenlace —la hoguera en la plaza del viejo mercado de Ruan— estaba escrito incluso antes de comenzar.

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