Principios normativos de las directrices sobre Inteligencia Artificial

Dignidad humana, ética, seguridad y transparencia.
El respeto por la dignidad humana, la seguridad, la transparencia y la ética son los principios que han inspirado la redacción de las Directrices sobre Inteligencia Artificial.
A quince días de su entrada en vigor, mediante el Decreto n.º DCCII de la Pontificia Comisión para el Estado de la Ciudad del Vaticano, y a la espera de las leyes y reglamentos de aplicación para su implementación, es oportuno revisar sus puntos fundamentales.
Las presentes Directrices establecen principios y normas para un uso ético, responsable y controlado de la Inteligencia Artificial (IA) dentro del Estado de la Ciudad del Vaticano. Su principal objetivo es garantizar que la investigación, el desarrollo y la aplicación de la IA estén orientados al bien común, colocando a la persona en el centro de todas sus aplicaciones y usos.
Las Directrices abordan aspectos de gran relevancia actual, como la ética y la transparencia. Esto implica no solo proteger la dignidad humana, sino también promover sistemas accesibles y controlables por los usuarios. En este contexto, la transparencia resulta absolutamente esencial para fomentar la confianza en el uso de la IA y asegurar que las decisiones tomadas por sistemas automatizados sean claras y coherentes con principios éticos.
Otro aspecto destacado del documento es la dimensión antropocéntrica y la fiabilidad. La Inteligencia Artificial nunca podrá sustituir al ser humano y debe respetar su autonomía. Su propósito es servir a la persona, no dominarla, garantizando que las decisiones finales recaigan siempre en manos humanas.
Un tema crucial es la seguridad y la protección de los datos. Las Directrices subrayan la importancia de salvaguardar la seguridad y confidencialidad de los datos, especialmente los biométricos. Por lo tanto, la adopción de la IA debe realizarse bajo estrictas medidas de protección para evitar un uso indebido de la información.
Asimismo, se destacan la no discriminación y la sostenibilidad. La no discriminación busca prevenir cualquier sesgo contra las personas, mientras que la sostenibilidad económica y ambiental se considera una inversión necesaria para garantizar tecnologías inteligentes con impactos positivos a largo plazo.
Otro punto relevante es la supervisión y el control. En este ámbito, se exige un monitoreo continuo de los procesos de gestión y tratamiento de datos, con el objetivo de garantizar que los resultados sean precisos, adecuados y conformes a los principios de transparencia y proporcionalidad.
En cuanto a la compatibilidad con la misión de la Iglesia y la Gobernación, las Directrices establecen que el uso de la Inteligencia Artificial no debe perjudicar la misión pastoral del Papa, comprometer a la Iglesia ni entrar en conflicto con las actividades institucionales de la Gobernación. Esto requiere especial atención al aplicar tecnologías en un contexto con exigencias éticas y morales específicas.
Las Directrices también incluyen prohibiciones en el uso de la Inteligencia Artificial. Está estrictamente prohibido emplearla con fines discriminatorios, para vulnerar derechos humanos o causar daño psicológico o físico. También se prohíbe su uso si impide el acceso a personas con discapacidad.
Por último, el uso de la IA debe respetar la seguridad del Estado, el orden público y no entrar en conflicto con la misión de la Iglesia Católica.
Las Directrices dedican un capítulo a principios generales por materia. En el ámbito de la información y tratamiento de datos, enfatizan el uso ético y transparente de los mismos, incluyendo la protección de datos personales y el respeto a las normativas de privacidad. En el campo de la investigación científica y la sanidad, la IA debe emplearse para mejorar la salud y la protección médica sin comprometer la libertad de los profesionales.
Asimismo, las Directrices establecen límites en la creación de contenidos artísticos o creativos generados por IA, garantizando que sean identificables y que la Gobernación conserve los derechos económicos y de autor sobre estos contenidos.
Finalmente, las nuevas disposiciones dejan claro que la IA en el Vaticano debe ser utilizada con gran cautela y solo en sectores específicos, como la organización del trabajo judicial o la investigación, pero nunca como sustituto de decisiones humanas. Las Directrices subrayan que la IA debe ser un apoyo para las decisiones humanas, no un reemplazo, en línea con la misión institucional del Estado de la Ciudad del Vaticano.