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Inaugurado el belén y encendida la iluminación del árbol de Navidad en la Plaza de San Pedro

Las luces iluminan el majestuoso árbol de Navidad y los velos retirados revelan el artístico belén, al son de músicas y cantos de la tradición. Ha llegado el momento en que fieles y peregrinos pueden admirar las instalaciones navideñas de la Plaza de San Pedro.

Con una ceremonia sugestiva, en la tarde del lunes 15 de diciembre, ante una multitud de personas expectantes, Sor Raffaella Petrini, Presidenta de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, y el arzobispo Emilio Nappa, Secretario General, inauguraron el belén y encendieron las luces del árbol de Navidad. Este año, el belén procede de la diócesis de Nocera Inferiore-Sarno, mientras que el abeto rojo, de 25 metros de altura, proviene de Lagundo y Ultimo, en la provincia de Bolzano.

La ceremonia comenzó con la interpretación del Himno Pontificio a cargo de la Banda Musical del Cuerpo de la Gendarmería, seguida del saludo inicial de sor Raffaella Petrini. El coro de la diócesis de Nocera Inferiore-Sarno interpretó el tradicional Quanno Nascette Ninno de san Alfonso María de Ligorio, tras lo cual intervinieron con un saludo el obispo monseñor Giuseppe Giudice y el comisario del belén, el arquitecto Angelo Santitoro.

Posteriormente, la banda y el coro de la diócesis de Bolzano-Bressanone introdujeron el saludo del obispo monseñor Ivo Muser. Intervino a continuación Rosmarie Pamer, vicepresidenta de la provincia de Bolzano. Finalmente, el arzobispo Emilio Nappa, Secretario General, tras su discurso, dio inicio al descubrimiento del belén y al encendido de la iluminación del árbol, mientras el coro de la diócesis de Nocera Inferiore-Sarno cantaba Tu scendi dalle stelle de san Alfonso María de Ligorio.

Para concluir, la Banda del Cuerpo de la Gendarmería interpretó White Christmas y, seguidamente, se alternaron la banda y el coro de la diócesis de Bolzano-Bressanone y el coro de la diócesis de Nocera Inferiore-Sarno, que interpretaron melodías navideñas. Entre los presentes se encontraban el abogado Giuseppe Puglisi-Alibrandi, Secretario General; el ingeniero Salvatore Farina, director de la Dirección de Infraestructuras y Servicios; así como los alcaldes de Lagundo y Ultimo y de los municipios de la diócesis de Nocera Inferiore-Sarno.

Por la mañana, en el Aula Pablo VI, las Delegaciones de los donantes fueron recibidas por el papa León XIV, quien inauguró Nacimiento Gaudium. Se trata de una representación de la Natividad que desea recordar las vidas preservadas del aborto gracias a la oración y al apoyo ofrecido por organizaciones católicas a muchas madres en dificultad. En la ocasión estuvo presente la Primera Dama de la República de Costa Rica, junto con la hija del presidente y una representación de la Embajada de Costa Rica ante la Santa Sede.

La cita queda fijada para la próxima inauguración, en la Navidad de 2026, con los nuevos donantes —tal como anunció sor Petrini— que serán: para el belén de la Plaza de San Pedro, la Asociación Italiana Amigos del Belén, sede de Atessa, en la provincia de Chieti; para el árbol, el municipio de Terranova di Pollino, en la provincia de Potenza; y para el belén del Aula Pablo VI, la Fundación Carnaval de Viareggio, en la provincia de Lucca.

 

A continuación publicamos el discurso de la Presidenta:

 

Dirijo un cordial saludo a Monseñor Giuseppe Giudice y a Monseñor Ivo Muser, respectivamente Obispos de Nocera Inferiore-Sarno y de Bolzano-Bressanone;
a las Autoridades presentes; a los responsables de los Comités promotores de la iniciativa; a los representantes de las instituciones y de los municipios de Lagundo y Ultimo y de las diócesis de Nocera Inferiore-Sarno y de Bolzano-Bressanone.

Saludo asimismo al Arzobispo Emilio Nappa y al abogado Giuseppe Puglisi-Alibrandi, Secretarios Generales de la Gobernación.

Doy también una cordial bienvenida a los numerosos peregrinos y visitantes llegados de todas las partes del mundo.

Con profunda alegría y gratitud nos reunimos también este año en la Plaza de San Pedro para el encendido de la iluminación del árbol de Navidad y la inauguración del belén, signos visibles de la esperanza y de la luz que el Señor continúa ofreciendo a la humanidad.

El belén, proyectado y realizado gracias a la maestría de los voluntarios de la diócesis de Nocera Inferiore-Sarno, presenta el paisaje típico del Agro nocerino-sarnese y desea evocar el asombro de san Alfonso María de Ligorio, quien, al contemplar el misterio de la Encarnación, compuso el célebre canto Tu scendi dalle stelle. Existe un vínculo profundo entre la comunidad nocerino-sarnese y el Santo Doctor de la Iglesia, ya que sus restos reposan en el municipio de Pagani, dentro del territorio diocesano.

El belén, tan querido por la tradición cristiana, nos acompaña en el camino hacia la Navidad, proponiendo a los hombres y mujeres de nuestro tiempo lo que sucedió hace más de dos mil años en Belén: el nacimiento del Salvador. El misterio de Dios que se hace hombre, que se hace Niño, que entra en la historia de la humanidad con la fuerza desarmante del amor.

Este año la inauguración adquiere un significado aún más profundo, porque dentro de unas tres semanas concluirá el Jubileo y comenzará una conmemoración especial: los 800 años de la muerte de san Francisco de Asís, quien en 1223, en Greccio, dio vida a la primera representación de la Natividad.

Si san Alfonso de Ligorio, ante el Niño envuelto en pañales en el pesebre, profundizó su fe y renovó su amor al Señor, y san Francisco de Asís, que quiso recrear la escena del nacimiento del Salvador involucrando a los habitantes de Greccio, testimonian ambos al mundo que la verdadera paz es un don de Dios y no solo fruto de los esfuerzos humanos, también es cierto que todos nosotros estamos llamados a encarnarla en un estilo de vida concreto, a elegirla como camino y no solo como meta, como nos invita a hacer el papa León XIV.[1]

Así, el belén de la diócesis de Nocera Inferiore-Sarno que estamos a punto de descubrir esta noche, al igual que el de Greccio, no quiere simplemente “recordar” el nacimiento de Jesús, sino hacerlo revivir a quien lo contempla, suscitar un asombro vivo, tocar los corazones, manifestar la ternura de Dios —como decía el papa Francisco[2] — y reavivar la fe en la vida: la vida que vence a la muerte, como expresan las hojas siempre verdes del espléndido árbol procedente de Lagundo y del Valle de Ultimo.

Hoy, en esta Plaza que abraza al mundo, el belén y el árbol no son solo ornamentos navideños, sino signos de comunión, llamadas a la paz y al cuidado de la Creación, invitaciones a la fraternidad universal que san Francisco puso en primer lugar y que se convirtió en rasgo distintivo de su carisma.

Al Pobrecillo de Asís, Patrono de Italia y modelo de sencillez evangélica, queremos confiar nuestro camino personal y comunitario. A san Alfonso le pedimos que nos ayude a redescubrir la belleza del Evangelio vivido activamente en la caridad, en la escucha de los últimos y en el respeto por toda criatura.

Agradezco de corazón a las comunidades que han donado el árbol y realizado el belén de este año: su gesto es un don para la Iglesia y un signo de esa colaboración entre pueblos y culturas que construye la verdadera paz. Agradezco también a todos los colaboradores de la Gobernación, a la Banda de la Gendarmería y a los miembros del Dicasterio para la Comunicación, que han hecho posible este acontecimiento.

Que esta luz que hoy encendemos no sea solo una tradición para contemplar, sino una llamada a dejarnos iluminar por Cristo, luz del mundo, para que podamos, a nuestra vez, ser portadores de ella en nuestros ámbitos de vida.

Antes de concluir, deseo anunciar con agrado también los donantes para la Navidad de 2026:

el belén de la Plaza de San Pedro será realizado por la Asociación Italiana Amigos del Belén, sede de Atessa, en la provincia de Chieti; el árbol, siempre para la Plaza de San Pedro, será donado por el municipio de Terranova di Pollino, en la provincia de Potenza; y el belén del Aula Pablo VI será preparado por la Fundación Carnaval de Viareggio, en la provincia de Lucca.

Agradezco desde ahora a los próximos donantes. Feliz continuación del camino de Adviento y Feliz Navidad a todos, en la paz del Señor.

 
A continuación publicamos el discurs del Arzobispo Emilio Nappa:

 

Dirijo un cordial saludo a Su Excelencia monseñor Giuseppe Giudice, Obispo de Nocera Inferiore-Sarno;

a Su Excelencia monseñor Ivo Muser, Obispo de Bolzano-Bressanone;

a Sus Excelencias presentes;

a los representantes de los municipios de Lagundo y Ultimo y de las diócesis de Nocera Inferiore-Sarno y de Bolzano-Bressanone, en particular a la vicepresidenta de la provincia de Bolzano, al alcalde de Ultimo y a los trece alcaldes de los municipios de la diócesis de Nocera Inferiore-Sarno.

Saludo asimismo a los representantes de los Comités promotores de la iniciativa, entre ellos el arquitecto Angelo Santitoro, comisario del proyecto del belén;

a los reverendos sacerdotes, a las religiosas y a los religiosos;

a las distinguidas Autoridades civiles y religiosas;

y a los queridos amigos aquí presentes.

Vivimos con auténtica alegría este momento celebrativo, en el que confluyen dos expresiones significativas del patrimonio navideño que nos une.

Acogemos hoy el belén llegado de la diócesis de Nocera Inferiore-Sarno, fruto de la refinada maestría artesanal campana, testimonio de nuestro deseo, como creyentes, de acoger siempre y cada día a Dios en la cuna de nuestra vida. En efecto, el papa León XIV ha afirmado: “El Misterio de la Encarnación ha sido representado por generaciones de cristianos con los rasgos de su propia cultura y con los paisajes de su propia tierra”.

Este belén me gusta contemplarlo como una plaza donde lo Eterno se encuentra con la historia de lo cotidiano y se transforma en relaciones convivenciales y constantes, no ocasionales ni conflictivas.

Nos alegra asimismo presentar el encendido del árbol navideño, en la víspera de la Novena de preparación para la Santa Navidad. Este árbol, procedente del Valle de Ultimo —una zona que desde siempre protege con empeño su entorno natural y su herencia cultural—, es don de los municipios de Lagundo y Ultimo. Los colores que las luces proyectan sobre él son principalmente el rojo, que remite al fuego del amor, del calor y del Espíritu Santo; el verde, que evoca la armonía de la creación, a cuya reconstrucción estamos todos llamados con esperanza; el azul, que remite al deseo eterno y sideral de paz que nace de la pertenencia a una humanidad destinada a la vida con Dios; y, finalmente, el blanco, que recuerda la luz que alcanza a todos cada día, iluminando los caminos de cada uno: es la luz de Jesús Niño, nacido para nosotros.

Antes de concluir, permítanme expresar un sincero agradecimiento a los donantes del belén y del árbol, en particular a toda la diócesis de Nocera Inferiore-Sarno, con sus trece municipios aquí representados por sus respectivos alcaldes; al coro de la misma diócesis; a los responsables del proyecto y a las maestranzas artísticas que han realizado el belén.

Agradezco igualmente a toda la diócesis de Bolzano-Bressanone, con su banda y su coro, así como a todas las Delegaciones aquí presentes.

Agradezco a la Presidenta de la Gobernación, Sor Raffaella Petrini, y al Secretario General, abogado Giuseppe Puglisi-Alibrandi; a los colegas del Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede y a todos los colaboradores de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano por su valioso trabajo y contribución, en particular a la Oficina de Coordinación de Eventos, a la Oficina Jurídica, a la Dirección de Infraestructuras y Servicios —dirigida por el ingeniero Salvatore Farina—, al equipo de electricistas, a la oficina de edificación, al servicio de jardines, a la floristería y a todas las maestranzas que han hecho posible el montaje y la preparación de esta velada. Agradezco también a los miembros y a la Banda del Cuerpo de la Gendarmería, así como a los Bomberos, por su valioso apoyo a esta noche de comunión y esperanza.

Y así, queremos descubrir el belén y encender las luces para que en todo lugar, en todo corazón y en toda mente llegue la verdadera luz, que es esperanza de comunión y de paz: Cristo, Salvador del mundo.

 

 

[1] León XIV, Viaje Apostólico al Líbano: Ceremonia de despedida, 2 de diciembre de 2025.

[2] Francisco, Carta Apostólica Admirabile signum, n. 3.

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