La primera inauguración del belén y del árbol de Navidad

Navidad en las Villas Pontificias de Castel Gandolfo
La Navidad también se avecina al Palacio Pontificio de Castel Gandolfo, llenando el ambiente de vida, color y el característico espíritu festivo. La manifestación más evidente de este clima ha sido la serie de actividades realizadas en la mañana del martes 10 de diciembre, entre las que destacaron la inauguración del belén y el encendido de las luces del árbol de Navidad.
Este gesto simboliza la comunión con los actos celebrados el pasado sábado en el Aula Pablo VI con el Papa Francisco y en la Plaza de San Pedro, donde se presentaron oficialmente el belén de Grado, los belenes de Belén y se procedió a la iluminación del árbol de Navidad de Ledro. Además, fue una ocasión para ofrecer al público la oportunidad de admirar las obras maestras de los Museos Vaticanos y para subrayar, en este tiempo de Adviento, la dimensión espiritual y el camino de preparación hacia la celebración del nacimiento de Jesús.
Con la ceremonia de inauguración del belén y el encendido de las luces del árbol en el patio del Palacio Pontificio, se ha dado inicio a una tradición anual que se renovará cada Navidad, siguiendo el modelo ya consolidado en la Plaza de San Pedro.
Al evento asistieron el Cardenal Fernando Vérgez Alzaga, Sor Raffaella Petrini y el abogado Giuseppe Puglisi-Alibrandi, quienes son, respectivamente, Presidente, Secretaria General y Vice-Secretario General de la Gobernación. También estuvieron presentes el Director de las Villas Pontificias, Andrea Tamburelli; la Directora de la Dirección de Museos y Bienes Culturales, Barbara Jatta; y el padre Franco Fontana, director de la comunidad salesiana en el Vaticano y capellán de la Dirección de Servicios de Seguridad y Protección Civil y de los Museos Vaticanos.
El Cardenal Vérgez Alzaga también presidió la Celebración Eucarística en preparación para las próximas festividades navideñas, en la que participaron los empleados de las Villas Pontificias.
Con motivo de esta celebración, el Cardenal, junto con la Secretaria General y el Vice-Secretario General, visitó dos exposiciones: “La lapidación de Raffaello – Un tapiz para la Capilla Sixtina” y “Natividad – Ghirlandaio y otros Maestros del Quattrocento”. De este modo, tuvo la oportunidad de admirar el espléndido tapiz de Raffaello Sanzio, expuesto en la Sala de los Papas, así como la pintura de Domenico Bigordi, conocido como Ghirlandaio, titulada “La adoración del Niño”, junto con otras cuatro representaciones de la Natividad realizadas por maestros del Quattrocento, que se exponen en el primer piso del Palacio Pontificio.
Estas iniciativas, promovidas por la Dirección de las Villas Pontificias en colaboración con la Dirección de Museos y Bienes Culturales, se inscriben en el marco de la Navidad de 2024 y se proyectan hacia la celebración del próximo Jubileo.
Para responder a las necesidades de los visitantes, se inauguró también una zona de refrescos en la planta baja del Palacio, con vistas al lago.
A continuación publicamos la homilía del Cardenal Presidente:
Queridos hermanos y hermanas,
¡Feliz Navidad! Este es el sincero y familiar deseo que expresamos cada año. Es el deseo que manifestamos en casa, en la familia, y que repetimos espontáneamente a los amigos, en la calle, en la iglesia, en la oficina, en todos los lugares que frecuentamos en nuestra vida cotidiana. Es también el mensaje que escribimos en las tarjetas y en los regalos que preparamos.
¡Feliz Navidad! Este es también el deseo que hoy dirijo de todo corazón a todos vosotros, colaboradores de la Dirección de las Villas Pontificias, a vuestras familias y, de forma especial, a vuestros hijos.
Quisiera invitaros a todos a vivir una Navidad diferente, como nos exhorta el Papa Francisco: “una Navidad coherente con el Evangelio, con nuestra fe, una Navidad a contracorriente. Una Navidad menos superficial y superflua. Una Navidad más profunda en la oración, más generosa en la caridad, más sincera en el perdón”. Que esta Navidad sea única en nuestra vida. Este es mi deseo para todos vosotros.
Para ello, es necesario prepararnos bien, ya que aún estamos en Adviento, y nuestra oración constante debe ser: “Ven, Señor Jesús”.
Hoy, el pasaje del Evangelio de Mateo nos presenta la parábola de la oveja perdida. Es importante recordar el contexto en el que se desarrolla el episodio. Se contraponen dos realidades: por un lado, Jesús, al que se acercan los pecadores, y por otro, los doctores de la ley y los escribas, que se apartan porque no aceptan que Él acoja a quienes han errado o cometido pecado. Estas dos mentalidades están en clara oposición: frente al rechazo de considerar que la persona puede redimirse, se opone la insistencia de Dios en salvar a sus criaturas, especialmente a las más alejadas y necesitadas.
En este tiempo de Adviento, ya cercanos al nacimiento de Jesús, la liturgia nos propone para la reflexión algunos pasajes evangélicos que nos invitan a prepararnos para su venida. Entre ellos, se encuentra el bello relato de la Anunciación a María, en el que se le anuncia la venida de su hijo Jesús y su vocación de ser la “sierva del Señor”.
En estos días, pedimos a María que nos ayude a vivir con profundidad la espera de Jesús:
“María, Madre de la Luz, Reina de la Paz, Causa de nuestra alegría, que en mi corazón, en la Noche Santa, vuelva a nacer Jesús. Velaremos contigo en plena pobreza, en oración profunda, con ardiente deseo. Y así, cuando los ángeles canten: ‘Gloria a Dios en lo más alto de los cielos y paz en la tierra a los hombres que Él ama’, una nueva luz se encenderá en nuestras almas, una paz duradera inundará nuestros corazones y una alegría contagiosa se reflejará en nuestros rostros”.
Hoy también inauguramos el belén y el árbol de Navidad en las Villas Pontificias. Este gesto simboliza el vínculo con la Gobernación y con el Papa Francisco. De manera simbólica, nos unimos a lo que ocurrió el sábado pasado en la Plaza de San Pedro, cuando se inauguró el belén y se encendieron las luces del árbol.
Estos abetos tienen un profundo significado simbólico, pues permanecen verdes y frondosos incluso cuando los demás árboles están desnudos y desprovistos de hojas. De hecho, estos árboles representan la vida eterna y la esperanza de un retorno a la vida.
Que esta Navidad traiga a cada uno de vosotros, a vuestras familias y a vuestros seres queridos la alegría y la luz de Cristo, que viene a salvarnos a todos. Dirijo también un pensamiento a quienes pasarán la Navidad lejos de su hogar, en la pobreza, en la enfermedad o en medio de dificultades de todo tipo, y especialmente a quienes viven bajo el horror de las bombas y la devastación de la guerra. Pienso en Ucrania, en Tierra Santa y en todos los países que son escenario de conflictos. Mi oración y mi recuerdo se dirigen especialmente a todos los niños que sufren a causa de estas situaciones. Que el Niño Jesús lleve también a ellos la paz en este día de Navidad.
Concluyo confiándoos a la protección de la Virgen con una oración del Beato Cardenal Pironio:
“Señora de la víspera de Navidad, Señora del silencio y de la espera: esta noche nos darás de nuevo al Niño…
En algunos pueblos no habrá víspera de Navidad porque están en guerra. En algunas casas no habrá víspera de Navidad porque hay división. En algunos corazones no habrá víspera de Navidad porque están en pecado…
Señora de la víspera de Navidad, Madre de la Luz, Reina de la Paz, Causa de nuestra alegría: en mi corazón esta noche vuelva a nacer Jesús. Pero que sea para todos: para mi casa, para mi pueblo, para mi patria, para el mundo entero”.
Os deseo a todos vosotros y a vuestras familias que en la Noche de Navidad vuelva a nacer Jesús.
¡Santa y Feliz Navidad para todos!