26 de octubre: San Folco Scotti, Obispo
Hombre de paz y de mediación
Es recordado como “el gran pacificador”, símbolo de una época marcada por hondas divisiones civiles, pero también por hombres de Iglesia capaces de tender puentes entre las partes enfrentadas. Es Folco, probablemente perteneciente a una rama modesta de la noble familia Scotti, que en aquel tiempo comenzaba a consolidarse como fuerza dominante en la vida política de Piacenza.
Nacido en 1164, siendo aún muy joven ingresó entre los canónigos regulares de Santa Eufemia, una comunidad que adoptaba un estilo de vida semejante al monástico.
Tras un primer periodo de formación en Piacenza, Folco fue enviado a París, uno de los centros más prestigiosos de la cultura teológica medieval. Su estancia parisina, que debió de producirse hacia 1185, contribuyó a forjar una sólida preparación intelectual. De regreso a su tierra natal, asumió progresivamente cargos cada vez más relevantes: primero como prepósito de Santa Eufemia, después como maestro de teología en la escuela catedralicia y arcipreste, dignidad segunda solo a la episcopal.
Desde sus primeros encargos demostró un espíritu reformador: promovió la vida común entre los canónigos, reorganizó los bienes eclesiásticos y destacó como predicador elocuente, ganando pronto fama en toda la diócesis. Su labor pastoral se acompañó de un fervoroso combate contra las herejías, fenómeno ampliamente difundido en las ciudades de Emilia durante aquella época.
En 1210, a la muerte del obispo Grimerio, Folco fue designado su sucesor al frente de la diócesis de Piacenza. Sin embargo, el clima político turbulento y los enfrentamientos entre las facciones eclesiásticas locales, junto con la adhesión del municipio a Otón IV en oposición al papado, obstaculizaron su consagración episcopal, dejándolo en la condición de “obispo electo”, aunque nunca oficialmente instalado.
El IV Concilio de Letrán, celebrado en 1215, marcó un punto de inflexión. Mientras se encontraba en Roma, fue elegido obispo de Pavía, sede entonces vacante. El papa Honorio III confirmó su nombramiento y le confirió la ordenación episcopal. Así, en 1216, Folco tomó posesión de su nueva diócesis.
En Pavía, en un contexto caracterizado por continuas tensiones políticas, Folco se distinguió como mediador hábil y hombre de equilibrio. Logró incluso promover, en 1217, un intento de reconciliación entre las dos ciudades rivales por excelencia: Piacenza y Pavía. El propio emperador Federico II reconoció sus dotes y, en 1220, lo nombró rector de la ciudad de Pavía, concediéndole poderes temporales para garantizar la paz civil entre nobles y plebeyos.
No obstante, las fricciones con las autoridades comunales no tardaron en resurgir. Como ya había sucedido en Piacenza, también en Pavía estalló el conflicto entre el obispo y el municipio por cuestiones fiscales: las autoridades locales intentaron imponer tributos al clero, en desprecio de los privilegios eclesiásticos. Siguieron años difíciles, que culminaron con el saqueo de los bienes de la Iglesia, la excomunión del municipio y el exilio del obispo junto con muchos de sus colaboradores.
A pesar de todo, la figura de Folco siguió siendo esencial tanto para el poder imperial como para el pontificio: ambos, en distintos momentos, le confiaron misiones delicadas. Tras su regreso, se dedicó principalmente al gobierno de la diócesis, a la renovación de los monasterios y a la defensa del patrimonio eclesiástico, en estrecha colaboración con la Curia romana.
Murió en Pavía el 16 de diciembre de 1229, coronando una vida consagrada al servicio espiritual y cívico. A pesar de su pronta canonización por el papa Gregorio IX, su culto cayó en el olvido durante varios siglos. Solo en el siglo XVI, gracias a la labor del historiador Giovanni Gualla, a la traslación de su cuerpo a la nueva catedral de Pavía y a su inclusión en el Martirologio Romano (1578), su veneración recobró nuevo impulso.
