24 de noviembre: San Andrés Dung-Lac y 106 Compañeros mártires
Testigos de Cristo hasta el sacrificio supremo
Desde los primeros decenios del siglo XVI, el anuncio del Evangelio alcanzó las regiones que hoy conforman Vietnam y, en 1659, la Santa Sede organizó de manera estable la actividad misional, confiando amplias zonas a los Vicariatos Apostólicos del Norte (Đàng Ngoài) y del Sur (Đàng Trong). A pesar de las dificultades y de la hostilidad del entorno, aquella labor produjo con el tiempo un notable florecimiento de la comunidad cristiana.
Sin embargo, desde sus orígenes, el crecimiento de la Iglesia se vio profundamente entrelazado con persecuciones implacables: tanto los misioneros europeos como los sacerdotes y fieles locales pagaron con su vida la fidelidad al Evangelio. Durante casi tres siglos —de 1625 a 1886— los gobernantes de las dinastías Trịnh y Nguyễn, así como diversos emperadores, promulgaron numerosos edictos de represión, cincuenta y tres en total. Cerca de ciento treinta mil cristianos fueron asesinados en diferentes regiones del país. Bajo el reinado de Minh Mạng (a partir de 1821), quien ofreciera refugio a un católico podía ser condenado a muerte.
La hostilidad se intensificó aún más bajo el emperador Tự Đức (1847-1883), que contemplaba con recelo todo aquello que procedía de Occidente. Estableció recompensas en plata para quienes colaborasen en la captura de un misionero, y ordenó que, una vez ejecutados, sus cuerpos fueran arrojados al río. Con frecuencia, los sacerdotes vietnamitas y los misioneros extranjeros eran degollados; a los catequistas locales se les marcaba en la mejilla la inscripción “tà đạo” (“religión falsa”) para exponerlos al desprecio público. Los cristianos que renunciaban a la fe pisando la cruz podían salvar la vida, mientras que los demás se enfrentaban a la prisión, al destierro o a la muerte. Numerosas familias fueron separadas y sus bienes confiscados, con deportaciones hacia regiones remotas y no cristianas.
Con el paso del tiempo, la Iglesia ha logrado reconstruir con precisión la vida y el martirio de una parte de aquellas víctimas, eligiendo a 117 de ellas como representantes de aquella multitud de testigos. Entre ellos se encuentra el presbítero Andrés Dung-Lac. Fueron beatificados en diversas etapas: 64 por León XIII en 1900; 8 por San Pío X en 1906; otros 20 por el mismo Pontífice en 1909; y finalmente 25 por Pío XII en 1951. El 18 de abril de 1986, todas estas causas fueron reunidas en un único proceso y, tras el reconocimiento de los signos y de los milagros atribuidos a su intercesión (5 de junio de 1986), San Juan Pablo II los canonizó el 19 de junio de 1988. Su memoria común se celebra el 24 de noviembre, fecha en la que tres de ellos sufrieron el martirio. El mismo Papa los proclamó patronos de Vietnam mediante la carta apostólica Si quidem cunctis, del 14 de diciembre de 1990.
Aunque muchos de ellos fueron sepultados sin nombre, la comunidad cristiana ha conservado vivo el recuerdo de estos testigos. Entre los 117 canonizados se cuentan 11 españoles de la Orden de Predicadores (6 obispos y 5 sacerdotes), 10 misioneros franceses de las Misiones Extranjeras de París (2 obispos y 8 sacerdotes), y 96 vietnamitas, entre ellos 37 sacerdotes —11 de ellos dominicos— y 59 laicos: un seminarista, 16 catequistas, 10 terciarios dominicos y una mujer.
