16 de noviembre: Santa Inés de Asís, hermana de Santa Clara
Referencia para la vocación religiosa
Catarina de Favarone, perteneciente a la familia Offreduccio y hermana menor de Clara de Asís, nació en la ciudad umbra en 1197. Antes de cumplir los dieciséis años maduró el deseo de seguir el ejemplo de su hermana mayor, eligiendo una vida marcada por la pobreza evangélica y el estilo franciscano.
Para señalar este giro decisivo asumió el nombre de Inés. Ni las presiones ni las amenazas de su familia lograron quebrar su determinación: con una fuerza que parecía ir más allá de lo humano resistió los intentos de arrancarla del monasterio, y ni siquiera la violencia física consiguió doblegarla. Algunos episodios —como el súbito peso que adquirió su cuerpo y la impotencia de quienes intentaban llevarla de vuelta a casa— convencieron a todos de dejarla seguir el camino emprendido. Fue el propio Francisco de Asís quien la llamó “Inés”, comparándola con la mansedumbre de un cordero.
La joven siguió a Clara en la intensidad de la oración y en la elección de una vida austera, señalada por renuncias severas y trabajo cotidiano, rasgos característicos de las Pobres Damas de San Damián. Tras unos diez años junto a su hermana, en 1221 fue enviada a Florencia para dirigir el monasterio de Monticelli, cuyas monjas habían solicitado compartir la forma de vida de Santa Clara. Desde allí escribió cartas impregnadas de melancolía: echaba de menos a su hermana y a la comunidad de Asís. En los años siguientes contribuyó a la fundación de nuevas comunidades en el norte de Italia, hasta que en 1253 se le pidió regresar a San Damián, cuando Clara se encontraba ya cercana a la muerte. Apenas tres meses después, también Inés concluyó su vida terrena, el 16 de noviembre de 1253.
La figura de Inés se ha convertido en una referencia especialmente para las jóvenes que inician su camino en la vida religiosa: su capacidad de desvincularse de los afectos familiares, la fidelidad inquebrantable a su propia vocación y la libertad con la que eligió el Evangelio la convierten en modelo para quienes están discerniendo su propia llamada. Su ejemplo recuerda a todos que la fidelidad al Señor requiere coraje y disponibilidad para superar los obstáculos que los vínculos humanos, aun siendo preciosos, pueden en ocasiones generar.
Su culto, difundido durante siglos, fue reconocido solemnemente por el Papa Benedicto XIV en 1751. Hoy sus reliquias se custodian en la Basílica de Santa Clara.
