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11 de diciembre: San Dámaso, Papa

Defensor del Credo niceno-constantinopolitano

San Dámaso, nacido hacia el año 305, gobernó la Iglesia como Obispo de Roma desde el 1 de octubre de 366 hasta su muerte, ocurrida el 11 de diciembre del año 384. Fue el sucesor de Papa Liberio, con quien había compartido un periodo de exilio, y encontró una comunidad profundamente sacudida por la presencia de numerosos grupos heréticos —arianos, novacianos, donatistas y luciferianos— muy activos en la capital.

Los primeros años de su pontificado fueron particularmente turbulentos también a causa de la aparición de dos antipapas: primero Félix, desaparecido en 367, y después Ursino, que ocupó una iglesia romana, provocando violentos enfrentamientos con víctimas mortales.

En ese clima de fuerte tensión, Dámaso fue apartado durante un tiempo en la Galia; una vez regresado, tuvo que afrontar incluso un proceso basado en acusaciones infundadas de adulterio, promovidas por adversarios políticos. A pesar de todo, supo mantenerse firme en la guía de la Iglesia y a la altura de su misión pastoral.

La tradición le atribuye tres grandes logros. El primero se refiere a la reafirmación de la doctrina nicena: bajo su pontificado, en el concilio posteriormente reconocido como el Concilio Ecuménico de Constantinopla, quedó confirmada la profesión de fe que todavía hoy se recita durante la Misa. El segundo mérito fue haber llamado a Roma a san Jerónimo para confiarle la revisión y la traducción al latín de la Biblia, de la cual nació la célebre Vulgata. La tercera gloria vinculada a su nombre es su empeño en valorizar la memoria de los mártires: hizo decorar sus sepulcros con epígrafes en verso compuestas personalmente y grabadas en elegantes caracteres —luego denominados “damasianos”— por el calígrafo Furio Dionisio Filócalo. A él se debe también la introducción del latín como lengua ordinaria de la liturgia occidental, con la excepción del Kyrie.

Su pontificado se desarrolló en el periodo que la historia recuerda como el “siglo de oro de los Padres”, una época de extraordinaria riqueza espiritual. Entre Oriente y Occidente actuaron figuras de excepcional altura: Atanasio, Basilio, Gregorio Nacianceno, Gregorio de Nisa, Cirilo de Jerusalén, Epifanio, Dídimo y Efrén en Oriente; Hilario de Poitiers, Eusebio de Vercelli, Ambrosio, Agustín, Jerónimo, Prudencio y Paulino de Nola en Occidente. Dámaso murió en edad avanzada y fue sepultado en la iglesia de San Lorenzo in Damaso.

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