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31 de julio: San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús

Encontrar a Dios en todas las cosas

San Ignacio de Loyola nació en 1491 en la Casa Torre de Loyola, en el País Vasco, España. Su nombre original era Íñigo, y era el hijo menor de una familia numerosa, con trece hermanos.

A los quince años aproximadamente, fue enviado a vivir con familias cercanas a la corte del rey de Castilla, donde recibió una formación cultural, y más adelante se formó en política y estrategia militar. Estas experiencias, junto con su afición por los libros de caballería heroica, alimentaron en él el deseo de grandeza y fama.

Hasta los 26 años, llevó una vida orientada hacia la gloria mundana, sintiéndose especialmente atraído por la carrera militar y los honores que conllevaba. El 20 de mayo de 1521, durante una batalla en Pamplona, en la que los franceses intentaban tomar la ciudad, Ignacio permaneció en combate incluso cuando muchos de sus compañeros se habían retirado. Aunque era consciente de que la victoria era improbable, se negó a huir por orgullo. Durante el enfrentamiento, una bala de cañón le destrozó una pierna y, al caer, se lesionó también gravemente la otra.

Durante su larga convalecencia deseaba leer libros de caballería, pero al no haber ninguno en casa, su cuñada Magdalena le prestó dos libros religiosos: una Vida de Cristo y otro sobre la vida de los santos. Aquellas lecturas le revelaron un nuevo tipo de “caballería”, centrada en Jesucristo. Comenzó entonces a sentir el deseo de seguir a Cristo y peregrinar a Tierra Santa.

Impulsado por esta llamada interior, inició su itinerario espiritual. En el Santuario mariano de Montserrat, como signo de conversión, depositó sus elegantes vestiduras y su espada a los pies de la Virgen. Después se estableció en Manresa, donde dedicó mucho tiempo a la oración, cuidó de enfermos y llevó una vida austera. Con nuevo fervor, emprendió viaje a Tierra Santa para visitar los lugares donde vivió Jesús. Aunque su estancia fue breve, allí comprendió que necesitaba una formación intelectual sólida para servir mejor.

De regreso a Europa, se consagró a la formación académica con el fin de enseñar y guiar a otros en el camino espiritual. En París conoció a Francisco Javier y Pedro Fabro, con quienes entabló una profunda amistad y fundó un pequeño grupo unido por el ideal del servicio a Dios.

Vivían en comunidad, se ayudaban mutuamente en los estudios, predicaban y compartían lo necesario. Este estilo de vida, centrado en Cristo, atrajo a otros jóvenes con la misma aspiración. Su intención inicial era viajar juntos a Tierra Santa, pero las guerras se lo impidieron. Por ello decidieron ponerse a disposición del Papa para servir a la Iglesia allí donde más se les necesitara.

En 1540, el Papa Pablo III aprobó oficialmente la creación de la Compañía de Jesús. Sus primeros miembros realizaron un cuarto voto especial de obediencia al Papa, comprometiéndose a acudir sin demora allí donde se les requiriese.

Ignacio murió el 31 de julio de 1556 en Roma. Sus restos se veneran en la Iglesia del Gesù.

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