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28 de septiembre: San Wenceslao, mártir

Un soberano evangelizador de su pueblo

San Wenceslao es una de las figuras más significativas en la historia de la cristianización de Europa Central. Hijo del duque Vratislao I de Bohemia y primogénito, creció en un contexto de profunda transición cultural y religiosa: Bohemia era entonces una tierra donde el cristianismo se iba difundiendo lentamente entre tradiciones paganas aún muy arraigadas.

Fundamental en su formación fue su abuela paterna, Santa Ludmila, convertida al cristianismo gracias a la obra de los santos Cirilo y Metodio, misioneros enviados por el Imperio bizantino a la vecina Gran Moravia. Ludmila transmitió al joven Wenceslao los valores de la fe cristiana, pero esta educación fue obstaculizada por la madre del príncipe, Dragomira, que permaneció fiel a los cultos paganos.

A la muerte del duque Vratislao, en 921, Wenceslao era todavía menor de edad. Dragomira asumió la regencia y emprendió una política contraria al cristianismo, llegando incluso a ordenar la muerte de Ludmila. Procuró además favorecer a su hijo menor, Boleslao, hostil a la religión cristiana.

Cuando alcanzó la edad para gobernar, Wenceslao tomó el poder e invirtió la orientación del gobierno. Se entregó con celo a la evangelización de su pueblo, apoyando la labor de los misioneros cristianos, sobre todo alemanes, y fomentando el contacto eclesiástico y cultural de Bohemia con Occidente.

Si bien se mantuvo respetuoso con la liturgia eslava introducida anteriormente, puso las bases para la integración de Bohemia en la esfera religiosa y política de la Europa cristiana occidental, reconociendo en 929 la soberanía del rey alemán Enrique I.

Fundó la rotonda de San Vito en Praga, el primer edificio monumental bohemio inspirado en la arquitectura occidental. Rescató a numerosos esclavos paganos, bautizándolos y acogiéndolos en la comunidad cristiana. Fue apreciado por su vida ascética, hecha de ayunos, oración, humildad y espíritu de servicio.

Su gobierno, profundamente inspirado en el Evangelio y en la Iglesia, no fue bien visto por parte de la aristocracia pagana. Su hermano Boleslao I, de acuerdo con algunos nobles, organizó una conjura contra él. En la mañana del 28 de septiembre de 935, mientras Wenceslao se dirigía a la iglesia de Stará Boleslav para el rezo de los Maitines, fue asaltado y asesinado a traición. Según la tradición, Wenceslao habría podido defenderse, pero rehusó matar a su hermano, diciendo: «Podría matarte, pero la mano de un siervo de Dios no puede mancharse de fratricidio».

Tras su muerte, Wenceslao fue inmediatamente venerado como mártir de la fe cristiana. Su culto se difundió rápidamente tanto entre los pueblos eslavos como en el mundo latino.

Wenceslao fue proclamado Patrón de Bohemia y, con el tiempo, también de la República Checa y de Eslovaquia.

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