Seleccione su idioma

13 de octubre: San Eduardo, rey

El Patrono de la monarquía inglesa

San Eduardo el Confesor, venerado patrono de la monarquía inglesa, nació hacia el año 1002 en Islip, cerca de Oxford. Hijo del rey anglosajón Etelredo II y de la normanda Emma, hermana del duque Ricardo II de Normandía, pasó gran parte de su juventud en el exilio en la corte normanda, donde halló refugio tras la invasión danesa de 1013. Permaneció en Normandía durante unos veinticinco años, desarrollando una profunda espiritualidad y un firme apego a la fe cristiana.

Fue llamado de nuevo a su patria en 1041, cuando Inglaterra estaba bajo dominio danés y, tras la muerte de su hermanastro Canuto, hijo de Emma y del rey danés Canuto el Grande, Eduardo fue elegido por el pueblo y la nobleza para ocupar el trono. La coronación tuvo lugar el día de Pascua de 1043 en la catedral de Winchester, antiguo corazón del poder sajón. Como soberano, se distinguió por un gobierno pacífico, justo y moderado, ganándose el afecto del pueblo, aunque hubo de afrontar la oposición de ciertos poderosos locales.

En 1045 contrajo matrimonio con Edith, hija del conde Godwin, su rival político. Según la tradición, los dos vivieron un matrimonio casto. Eduardo es conocido también por haber prometido una peregrinación a Roma, que no pudo realizar. En su lugar, fundó una imponente abadía benedictina dedicada a San Pedro en Westminster, que se convirtió en el centro de la monarquía inglesa y sede de las coronaciones reales hasta nuestros días.

Durante su reinado, Eduardo favoreció la difusión del cristianismo en tierras inglesas y se hizo portavoz de una religiosidad profunda, unida a una visión evangélica inspirada en la misericordia y la prudencia. Por ello fue llamado “el Confesor”, no en cuanto mártir, sino porque dio testimonio de Cristo en su vida cotidiana.

Numerosas leyendas populares le atribuyen dones taumaturgos. En una de ellas se le presenta cargando sobre sus hombros a un enfermo, según lo que San Pedro había pedido en visión a un peregrino. En otro relato, entrega un anillo a un mendigo, que después se revelaría como san Juan Evangelista en persona, bajo apariencia de pobre.

Eduardo murió el 5 de enero de 1066, poco después de haber recibido con gran devoción los sacramentos. Su cuerpo, sepultado inicialmente en Westminster, fue hallado incorrupto en 1102, hecho que reforzó aún más su culto. Fue canonizado por el Papa Alejandro III en 1161, a instancias de Enrique II de Inglaterra, que promovió su veneración como símbolo de la unión entre las casas reinantes anglosajonas y normandas. Dos años después, el arzobispo Tomás Becket presidió la solemne traslación de sus reliquias a la nueva capilla de la abadía de Westminster, donde catorce bajorrelieves narran su vida.

Una nueva traslación tuvo lugar en 1269, y su sepulcro sobrevivió incluso a la furia iconoclasta de la Reforma anglicana. Aún hoy, la tumba de Eduardo el Confesor se encuentra en la abadía que él fundó, guardiana de una tradición milenaria.

Seleccione su idioma