23 de agosto: Santa Rosa de Lima

La primera Santa de América

Es la primera Santa originaria del continente americano en ser canonizada. Gran mística, quiso imitar el ejemplo de Santa Catalina de Siena y se incorporó a la Tercera Orden dominica. Se trata de Santa Rosa de Lima, cuyo nombre de pila era Isabel de Flores.

Nació en Lima, Perú, el 20 de abril de 1586. Su padre, originario de Puerto Rico, había llegado al Perú en 1548 junto a los conquistadores españoles. Su familia era de condición social humilde. El nombre de Rosa se lo dio una criada que, al verla siendo aún un bebé, exclamó: “Es tan hermosa como una rosa”. Su madre decidió entonces llamarla Rosa.

Desde muy pequeña —con tan solo cuatro años— aprendió a leer sin que nadie se lo enseñara, y en cuanto fue capaz, leyó con gran interés las historias de la vida de Santa Catalina de Siena, que se convirtió en su modelo espiritual.

Desde su juventud llevó una vida marcada por la austeridad, el ayuno y la penitencia. Sus padres no le permitieron entrar en un convento, y ella, no queriendo contraer matrimonio, se sintió con frecuencia incomprendida tanto por su familia como por sus amistades. No obstante, permaneció en el hogar paterno, llevando una existencia recogida. Para contribuir al sustento de su familia, se dedicaba al bordado y vendía las flores que cultivaba.

En 1606, con veinte años, ingresó en la Tercera Orden de Santo Domingo y transformó una pequeña choza en el jardín de su casa en un eremitorio, donde se retiraba a orar. Acondicionó también una habitación de la vivienda como una especie de enfermería, donde atendía a niños pobres, indígenas, enfermos y ancianos necesitados.

Recibió también gracias místicas y, por ello, fue interrogada por los inquisidores, que quedaron impresionados por la hondura espiritual de sus respuestas. Murió en 1617, a los 31 años, y el pueblo de Lima quedó profundamente conmovido por su fallecimiento, considerándola ya una santa. Fue canonizada por el Papa Clemente X en 1671.